eternas que, aun con el paso de los años y de las generaciones, la importancia de las lecciones que impartía aún permanece. No cabe duda que si hoy reuniéramos a toda la ya desaparecida congregación de S. Pedro e hiciéramos regresar a su pastor desde la Nueva Jerusalén, el mensaje que recibiría sería exactamente igual que en aquellos días: “¡Oh! hermanos, sed sabios. ‘¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?’ (Mt. 20:6). De aquí a poco todo acabará. Un poco más y el día de la gracia habrá pasado:
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